miércoles, 15 de abril de 2015

GALEANO


“La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber”. Con esta frase empieza el libro de Eduardo Galeano El fútbol a sol y sombra. Éste es el resultado creativo de un escritor tremendamente lúcido que supo mirar al deporte rey con la clarividencia de un intelectual y la pasión de un hincha. Decía que, como todo uruguayo, le hubiera gustado ser futbolista, pero que, por suerte, la palabra le dio lo que el balón le negó. Así que como modo de expiación, se dedicó a escribir sobre fútbol.

Y traigo a Galeano a esta columna porque esta semana ha fallecido a causa de un cáncer de pulmón. Por eso y porque este remate le debe mucho al escritor uruguayo. Nadie como él interpretó la belleza del fútbol y puso voz al pensamiento de muchos aficionados. Su juicio crítico sobre el devenir de este deporte, la sutileza en el hastío del juego uniforme, el afilado acierto en la definición que le daba a los elementos que componen el fútbol y la defensa de la belleza como expresión del juego porque sí. Todo eso le debemos a Galeano. Y todo eso se lo ha regalado al fútbol. Así que sirva éste como mi humilde homenaje al escritor que, además, nos hizo entender la historia política de América Latina con sus venas abiertas.

Pero el balón no se detiene. Y mientras Galeano consumía los minutos de descuento, el fútbol fue fiel a sí mismo, improvisando el guion a cada instante. Como a él le gustaba. Así, en el estadio del Mediterráneo, el Almería se sacudía los miedos y se imponía con contundencia a un Granada perdido. Sergi, el nuevo amo del castillo, recolocó a Thievy, dio vida a un desterrado Espinosa y protagonismo al músculo de Thomas. Lo demás –cosas del fútbol– no pareció muy distinto.

Como le hubiera gustado a Galeano, el fútbol se permitió disfrutar de su felicidad. Habrá que confiar en que no fuera el destello efímero por la novedad y sí el inicio de una historia de vuelta al placer por el placer.

 

miércoles, 8 de abril de 2015

AMISTAD


Romario es uno de los jugadores más singulares de la historia del fútbol. Podríamos calificarlo como incisivo, habilidoso, indiscreto, eléctrico, impulsivo, creativo, soberbio y, por encima de todo, genial. Pero, como suele pasar con los personajes de un carisma como el suyo, su vida se presenta adornada de escándalos y polémicas. Adicto al protagonismo, el brasileño no sólo ha ocupado las portadas informativas por sus actuaciones sobre el césped. De él se ha dado buena cuenta periodística por su relación con un transexual, por su condena por fraude al fisco brasileño o por su afición a la noche carioca.

Así las cosas, casi todo lo que él opina o manifiesta suele tener trascendencia, y no fue menos cuando expuso que aquéllos con los que entrenaba no pasaban de ser compañeros, ya que en el fútbol no existe la amistad verdadera.

Imagino que no tiene que ser sencillo navegar entre la maraña de egos que habitan los vestuarios de los equipos profesionales. Jugadores preocupados por su imagen, sus contratos, sus beneficios y sus marcas personales. Y a pesar de todo, curiosa paradoja, teniendo que depender del otro para que el equipo gane. Porque el fútbol, después de todo –y sobre todo–, es un deporte de equipo.

Así que cuando Luís Enrique dijo que Sergi es su amigo y que espera que todo le vaya bien…, después del partido contra el Barcelona, no pude evitar que se me escapara media sonrisa. En cualquier caso, la suerte que el entrenador asturiano le desea a Sergi, es la suerte que el aficionado almeriense desea para el tercer ocupante del banquillo almeriense en lo que va de liga –sin contar el efímero trabajo de Miguel Rivera–. Porque de su buen hacer –fifa mediante– va a depender la continuidad del equipo en la máxima categoría nacional.

Este mundo del fútbol concede pocas treguas y las reflexiones apenas se sostienen colgadas del tiempo lo que tarda en llegar otro partido. Pero quizá sea el momento de detenerse un segundo y decidir el camino que queremos seguir.

jueves, 2 de abril de 2015

PAUSA

En menos de dos meses, la liga habrá exhalado su último suspiro. Dos meses. Ése es el tiempo que tiene el fútbol para juzgar el trabajo de los equipos. Así que la pausa que la competición oficial se ha tomado para celebrar su semana de pasión sirve para mirar adelante y jugar a pronosticar los partidos a los que se les puede arañar los puntos que sumen la salvación.

En este intervalo, el Almería tendrá que jugar diez partidos de los cuales seis los disputará en casa. Siendo objetivos y atendiendo a la estadística general al jugar en terreno propio, diríamos que el calendario ha sido generoso con el equipo, aunque si nos fijamos en los números que el Almería presenta en esta campaña como local, habría que echarse a temblar. Pero los finales de liga tienen algo quimérico que suele oponerse a la lógica, así que habrá que confiar en el equipo. Confiar en la calidad de jugadores como Corona, el buen momento de Wellington, en la experiencia de Soriano, los chispazos de Édgar y, sobre todo, el trabajo en equipo.

También Tebas y Villar han aprovechado esta pausa para poner a punto sus armas de cara a la enésima riña que los enfrenta. Una pelea nueva con argumentos viejos. De cara a la galería, los dos grandes dirigentes del fútbol patrio formaron a principios de marzo una comisión mixta para establecer un frente común que se ofrecía a los clubes como negociador. Porque lo que está en juego es el futuro de los clubes a través del famoso decreto que tiene que equilibrar el reparto televisivo; un reparto que está en el aire en mitad de esta pelea anárquica.


De este último combate, Tebas se presenta como ganador. El de la liga ha conseguido que los clubes firmen un comunicado que le da la victoria parcial. Pero Villar es un perro viejo que no va a dejarse tumbar. Así que el fútbol vuelve a los estadios con ruido de sables de fondo. Éste  es el calibre de los que tienen que tomar las decisiones. Pero al Almería le toca jugar para que parezca que su camino lo trazan su fútbol y los resultados.