En
menos de dos meses, la liga habrá exhalado su último suspiro. Dos meses. Ése es
el tiempo que tiene el fútbol para juzgar el trabajo de los equipos. Así que la
pausa que la competición oficial se ha tomado para celebrar su semana de pasión
sirve para mirar adelante y jugar a pronosticar los partidos a los que se les
puede arañar los puntos que sumen la salvación.
En este
intervalo, el Almería tendrá que jugar diez partidos de los cuales seis los
disputará en casa. Siendo objetivos y atendiendo a la estadística general al
jugar en terreno propio, diríamos que el calendario ha sido generoso con el
equipo, aunque si nos fijamos en los números que el Almería presenta en esta
campaña como local, habría que echarse a temblar. Pero los finales de liga
tienen algo quimérico que suele oponerse a la lógica, así que habrá que confiar
en el equipo. Confiar en la calidad de jugadores como Corona, el buen momento
de Wellington, en la experiencia de Soriano, los chispazos de Édgar y, sobre
todo, el trabajo en equipo.
También
Tebas y Villar han aprovechado esta pausa para poner a punto sus armas de cara
a la enésima riña que los enfrenta. Una pelea nueva con argumentos viejos. De
cara a la galería, los dos grandes dirigentes del fútbol patrio formaron a
principios de marzo una comisión mixta para establecer un frente común que se
ofrecía a los clubes como negociador. Porque lo que está en juego es el futuro
de los clubes a través del famoso decreto que tiene que equilibrar el reparto
televisivo; un reparto que está en el aire en mitad de esta pelea anárquica.
De este
último combate, Tebas se presenta como ganador. El de la liga ha conseguido que
los clubes firmen un comunicado que le da la victoria parcial. Pero Villar es
un perro viejo que no va a dejarse tumbar. Así que el fútbol vuelve a los
estadios con ruido de sables de fondo. Éste es el calibre de los que tienen que tomar las
decisiones. Pero al Almería le toca jugar para que parezca que su camino lo
trazan su fútbol y los resultados.
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